Ascension – Capítulo 2

Segunda Oportunidad

“Bien, ahora poneros en fila. Vamos a practicar la Meditación de nuevo.”

Ren abrió los ojos y miró desconcertado a ambos lados del lugar.

Se trataba de una habitación enorme, llena de pupitres y sillas.

En ellas, niños de alrededor de 15 años estaban sentados escuchando atentamente a una mujer.

La mujer se encontraba en la parte frontal de la habitación, a unos 2 o 3 metros de los pupitres, de cara a los demás.

Por lo que parecía, esto era una clase.

“Vaya, si la princesa se ha despertado.”

La voz se escuchó desde el oído izquierdo de Ren.

Se giró rápidamente, solo para ver que quien le había dicho eso era otro chico de pelo negro y despeinado, con una mirada burlona en los ojos.

“¿Eidel…?”

Tras pronunciar esas palabras, unas grandes lágrimas se asomaron en los ojos de Ren.

“¿Eh? Oye, Ren, ya sé que es una alegría para los ojos verme, pero tampoco es para ponerse a llorar…”

Eidel y Ren eran muy amigos de jóvenes. En ese tiempo, Ren ni siquiera sabía de la existencia de otros planos.

Es como si hubiese vuelto en el tiempo…

Ren continuó mirando a sus compañeros, buscando caras conocidas.

Como él pensaba, se trataba de la misma clase de cultivo a la que asistió cuando tenía 15 años.

Su amigo Eidel, la profesora Tevis, el genio Dastiel… incluso quien se convertiría años después en su pareja, Sara.

No entiendo por qué se me ha concedido esta segunda oportunidad, pero no la desperdiciaré.

En mi vida pasada, todo mi plano material fue destruido, resultando en la muerte de mis seres queridos.

Esta vez no será igual.

…

Mientras continuaba la clase, Ren se quedó mirando a Sara fijamente.

Pelo castaño que le llegaba hasta los hombros, muy liso. Ojos azules y grandes. Una piel delicada y brillante.

Medía alrededor de 1.70 cm, y era delgada.

Para los de su misma edad, Sara era la belleza personificada.

Aun así, Ren no era un don nadie.

Era alto y guapo, de pelo negro y ojos marrones, casi anaranjados.

Pero en ese tiempo, la razón de que Ren no fuese un ídolo entre las mujeres era su cultivo.

Pertenecía a una familia humilde, y no tenía los recursos que podía tener alguien como Dastiel, quien venía de una familia rica.

“Deja de mirarla. Sabes que no conseguirás nada, así que no te hagas ilusiones.”

Quien hablaba era Eidel de nuevo.

“Al menos yo apunto a alguien de mi edad, y no a mi profesora.”

En su vida pasada, Ren pudo saber que Eidel estaba completamente enamorado de su profesora Tevis.

Tevis solo tenía 24 años, y su belleza era reconocida tanto por estudiantes como profesores.

Sin embargo, no dejaba de ser una profesora.

“¿Cómo sabes tú…?”

Eidel comenzó una frase, pero no pudo terminar de decirla antes de que una voz le cortase de lleno.

“Eidel, Ren. Ya que vais tan sobrados en clase, ¿por qué no nos enseñáis a hacer una Meditación Flotante, como estaba explicando?”

Tevis era aquella voz, y sonaba algo enfadada.